
El bosque mediterráneo y el fuego
31/10/2022
Ana María Pujante Mora
En el Mediterráneo el fuego ha sido un elemento recurrente a lo largo de la historia. El clima mediterráneo, con altas temperaturas, escasez de agua, vientos secos y frecuentes olas de calor, determina la presencia de un bosque con una gran cantidad de madera disponible para ser quemada. Además, el despoblamiento del mundo rural y los cambios de los usos tradicionales del suelo incrementan también esa disponibilidad.
En los meses de verano se producen los incendios mas devastadores. Según la AEMET el verano de 2022 ostenta el récord de ser el más caluroso desde que se tienen registros (1961). Estas condiciones extremas han propiciado que los incendios hayan quemado más de 293.155 hectáreas en nuestro país en lo que va de año.
En la Comunidad Valenciana fue en agosto cuando se declararon los incendios de Bejís, Vall d’Ebo y Venta del Moro, arrasando más de 34.000 hectáreas de bosque mediterráneo. Nuestro municipio tampoco se ha librado, a principios de julio el incendio del Mompedroso, producido por un rayo, arrasó unas 8 hectáreas.


Según el informe “Análisis de causas de incendios forestales en la Comunidad Valenciana. Periodo 2009-2018”, las causas más frecuentes de los incendios son los incendios intencionados, las negligencias y accidentes y las causas naturales (rayos). En el siguiente gráfico se presenta el porcentaje de cada una de ellas para el periodo analizado:
Efectos de los incendios forestales
Además de los graves daños producidos por pérdidas de vidas humanas y las cuantiosas perdidas económicas que ocasionan, los incendios tienen unos múltiples efectos en los ecosistemas. Algunos de ellos son:
- Un claro empobrecimiento de la biodiversidad, por muerte de especies vegetales y animales y por el desplazamiento de otras.
- La colonización e infestación de insectos que pueden causar plagas.
- La afección sobre los acuíferos porque no se filtra el agua al subsuelo dado que no hay plantas que la retengan.
- La impermeabilización del suelo debido a la capa de ceniza que impide la entrada de agua. Como consecuencia la escorrentía superficial aumenta y arrastra los sedimentos que llegan a los ríos y al mar.
- La desaparición de hábitats para un gran número de especies animales (aves, pequeños mamíferos, insectos).
- La desaparición de hongos y bacterias que interrumpe el ciclo de desintegración de materia orgánica.
- La destrucción del bosque genera menos oxígeno.
- Un fuerte incremento de emisión de carbono que aumenta el efecto invernadero.
- El humo reduce la actividad fotosintética y perjudica la salud de humanos y animales.
- Se producen daños al banco de semillas y las plántulas.
Adaptaciones al fuego
El hecho de que los incendios hayan sido recurrentes en el bosque mediterráneo a lo largo de su historia ha determinado la aparición de especies tolerantes al fuego. Podemos asumir que el bosque mediterráneo está adaptado al fuego y que su vegetación pirófita ha desarrollado mecanismos de protección. Entre los mecanismos desarrollados destacan:
- Especies que presentan una corteza gruesa que les permite resistir incendios recurrentes de baja intensidad, como sucede con los pinos (Pinus spp.), con las encinas o carrascas (Quercus ilex) o los alcornoques (Quercus suber).
- Capacidad de cerrar las cicatrices dejadas por el fuego, que permiten a los árboles sobrevivir al incendio.
- Capacidad de rebrotar, ya sea de raíz o de tallo. El enebro (Juniperus oxycedrus) vuelve a brotar tras el incendio debido a que la parte inferior de la planta resiste al fuego y a los nutrientes que les ha aportado el incendio.
- Adaptaciones de las semillas, generalmente enterradas, que germinan con el aumento de temperatura debida al incendio.
- La existencia de los conos serotinos de algunas especies de pinos, que permanecen cerrados durante largo tiempo, manteniendo en la copa un banco de semillas. Después del incendio, se abren y esparcen las semillas en el lecho de cenizas que ha producido el incendio.
Sobreviviendo al fuego
Por fortuna, los bosques quemados pueden recuperarse. Para poner en práctica un plan de restauración acorde a las necesidades concretas los expertos señalan tres líneas principales de actuación: la restauración activa del ecosistema, la asistencia a la rehabilitación natural y la no actuación.
Es muy importante determinar que actuaciones se van a realizar después de un incendio, y en que zonas es posible una regeneración natural. Se deben tener en cuenta factores como la superficie afectada, la severidad del fuego, el tipo de suelo o la pendiente y orientación de las laderas. Las medidas deben incluir como mínimo actuaciones de emergencia antes de la llegada de las primeras lluvias (más información en el número 70 de la revista Métode).
Importancia de la gestión del territorio rural
El documento «Orientaciones estratégicas para la gestión de incendios forestales en España«, aprobado por la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente el 28 de julio de 2022 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, señala la importancia de la gestión del territorio rural para lograr su sostenibilidad ante los incendios forestales. Entre los objetivos propuestos destacan:
- Potenciar la gestión forestal sostenible promoviendo la valorización de los sistemas forestales.
- Apoyar el mantenimiento de la agricultura tradicional, ganadería extensiva y silvicultura, colaborando en la reducción del despoblamiento en zonas rurales y de montaña.
- Apoyar la puesta en valor de productos agrarios y forestales, como el empleo de biomasa forestal excedente como fuente de energía renovable.
- Mejorar la competitividad y rentabilidad de las explotaciones forestales, fomentando o creando marcas de identidad.
- Apoyar la corresponsabilidad de los particulares mediante fórmulas de gestión participada, conciliación de intereses y gobernanza.
- Integrar los incendios forestales en la planificación territorial, identificando las zonas de alto riesgo como base para la ordenación territorial, incluirlos en los planes de área naturales protegidas y considerarlos en la planificación urbanística.
Nuestros bosques son parte del patrimonio natural y cultural, incluso de nuestra propia identidad mediterránea. Pese a que al fuego es tan natural a los bosques como a nosotros su belleza, es innegable que la acción humana ha multiplicado la frecuencia y la intensidad de los incendios forestales. Lograr que esto disminuya es un obligación de todos. Debemos asumir que siempre habrá incendios en nuestros bosques, pero está en nuestras manos respetar su ciclo natural y contribuir a que hagan el menor daño posible.