
El pastoreo: la vida que no cesa
14/12/2022
Jordi Hidalgo
En Aras de los Olmos, en el interior de la Serranía Valenciana, los “Calceta” son la única saga familiar que conserva el tradicional oficio de pastor. Lo llevan haciendo, generación tras generación, con todo lo que conlleva esta forma de vivir, de entender la vida, de caminar por el mundo de hoy en día.
Actualmente y con un rebaño de unas 750 cabezas, ejercen como tales el tío Miguel (88 años), su hijo Antonio Miguel (61 años) y tres pastores más (dos hermanos marroquíes que proceden de Beni Mellal, Marruecos, y un areño).

El oficio de pastor está cada vez más cerca de su fin. El equilibrio entre humano-oficio-modo de vida-cercanía-naturaleza se truncará y la batalla por mantener este modelo de vida sostenible se perderá. Pero, por ahora, la pasión, el orgullo y la autosuficiencia están presentes en el día a día de estos pastores.
El proyecto La Vida que no cesa de Jordi Hidalgo se inicia a finales de 2018 con la intención de documentar a través de la fotografía, en tono de homenaje, el duro oficio de pastor. De forma descriptiva, pero también captando el espíritu, el amor propio y la dignidad latentes en estas personas, donde la vida y la muerte, en definitiva, la supervivencia, están presentes en su día a día.
La colección de fotografías es la base de la exposición del mismo nombre que, por mor de la colaboración entre la Fundación El Olmo y la Diputación de Valencia, se expone en el Museo Valenciano de Etnología, l’ETNO, desde el 24 de octubre hasta el 6 de enero de 2023.
El pastoreo, frente a la ganadería intensiva, garantiza el bienestar animal, genera carne de calidad contribuyendo a obtener una alimentación humana más saludable.
Además, esta actividad es esencial para el territorio, estimula el crecimiento de plantas mejorando la capacidad de filtración del suelo y el mantenimiento de nuestros acuíferos. Así mismo, aumenta la diversidad vegetal (control de plagas), estimula la polinización, ayuda a controlar los incendios forestales y los fenómenos erosivos, ayudando a potenciar la biodiversidad y a conservar el patrimonio cultural y la identidad territorial.

En la España actual, con un interior cada día más abandonado y despoblado, los valores que aporta el pastorero son impagables: La vida que no cesa.