LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA, UN PROBLEMA ASOCIADO AL FALSO PROGRESO EN LAS SOCIEDADES DE CONSUMO
05/10/2023
Roger Mira
A principios de 2023, la prestigiosa revista científica “Science” publicó un estudio donde se concluye que la contaminación lumínica crece a un ritmo de casi un 10% cada año, lo cual empieza a ser visto por la sociedad como un problema alarmante.
Aunque pueda parecer que el problema con el alumbrado nocturno es nuevo, nada más lejos de la realidad: allá por la década de los ’80, los astrónomos fueron los primeros científicos en dar la voz de alarma ante la pérdida de la oscuridad del cielo, con las dificultades que les ocasionaba a la hora de observar la tenue luz de objetos situados a miles o millones de años luz, debido a la sobreiluminación cada vez más notoria de las grandes ciudades.
Aunque fueron los astrónomos los primeros en tomar conciencia, no fue el único colectivo de científicos que alertó del problema: los biólogos descubrieron que la luz artificial sin control también afecta a los ecosistemas, provocando graves alteraciones a la fauna con hábitos nocturnos; los más afectados tal vez sean los insectos, que sufren una atracción fatal e irresistible hacia las luces artificiales, migrando desde las zonas campestres hacia los núcleos urbanos y quedando atrapados revoloteando alrededor de las farolas hasta perecer por agotamiento. Cuando desaparecen los insectos, todos aquellos animales que se nutren de ellos, también acaban desapareciendo. En otros casos, los cazadores nocturnos no pueden llevar a cabo sus estrategias habituales para capturar sus presas porque, en un entorno excesivamente iluminado, desaparece el factor sorpresa, conllevando a la proliferación de plagas; de roedores, entre otras.
Se calcula que, a causa de la iluminación artificial, la atmósfera de la Tierra es casi 100 veces más brillante que hace 100 años. Para muchos animales, esto es un grave problema. Muchas aves migratorias llevan a cabo sus desplazamientos anuales de noche y se ven fuertemente afectadas por la iluminación desmesurada que sufren las áreas metropolitanas, causándoles una fuerte desorientación que, en el peor de los casos, acaba provocándoles la muerte.
El medio marino tampoco se libra de los efectos del exceso de luz nocturna: tal y como se ha podido constatar en Galicia, las zonas marinas afectadas por la iluminación artificial procedente de tierra se están quedando sin peces, ya que estos animales, al carecer de párpados, por la noche no pueden defenderse del exceso de luz y no pueden sobrevivir en aguas sobreiluminadas, con el consiguiente agravio económico para los mariñeiros.
La vida en nuestro planeta está adaptada desde hace millones de años a un patrón natural donde se sucede la luz diurna y la oscuridad de la noche siguiendo el ciclo circadiano, de 24 horas de duración. Hemos citado unos cuantos ejemplos de qué ocurre cuando alteramos artificialmente este ciclo natural mediante la introducción de luz artificial noche tras noche, pero podríamos extendernos mucho más.
Podemos pensar que esto es un efecto inevitable de la necesidad de iluminar nuestras calles para poder transitarlas de forma segura, pero en breve explicaremos que este razonamiento es falso, ya que la luz que escapa de nuestras ciudades y pueblos es, en gran parte, a causa de un mal diseño de los sistemas de alumbrado, provocando un derroche de enormes cantidades de dinero de las arcas públicas.
